domingo, 14 de marzo de 2010

5 Lives

"Me gustaría poder tener cinco vidas...
Así, habría nacido en cinco ciudades diferentes,
Comería cinco veces más comida...
Tendría cinco trabajos diferentes
Y... Me hubiera enamorado de la misma persona cinco veces..."
Inoue Orihime

Por ahí lei que esa constante es la única que no cambiaría, ni viviendo 1000 vidas.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Ella

Huye. Corre, escóndete. Que no te vea. Reza a todos porque no te vea. Tarde. La cagaste, como siempre. Y así se postra, frente a ti. Te mira, de abajo a arriba. Sabe que tienes miedo. Lo huele. Es un animal, aunque sea bípeda. Aunque vista de buena marca, lleve bonitos vestidos, se maquille. Es un puto monstruo. Te persigue, te convence de que es buena. Te lleva por un camino y te hace creer que es el correcto. Pero no es así.Luego te dice que eres lo suficientemente mayorcito como para cuidarte solo. Y te abandona, llevándose algo de ti consigo. Y te ves solo. No sabes dónde estás. Como si estuvieras en mitad del Sáhara, sin brújula y con el sol pegándote en tu lechal pescuezo. Y la llamas, entre sollozos, anhelos y auxilios.Entonces, solo entonces vuelve a aparecer. Pero ya es diferente. Dependes de ella, estas a su merced. A su divino mandato. Y es entonces cuando empieza a divertirse. Te tortura. Sí y no. A su alrededor ya no existe ni bien ni mal. Solo tú, esclavo de sus feromonas. Empieza a morder puntos débiles que creíste haber tapiado, descubriendo que es solo un mal encalado. Y notas el miedo recorriéndote.Descubres, entonces, que no es buena. Pero ya es tarde. Olvídate de ti, ya no existes. Ahora eres solo una presa, y está dispuesta a matarte. Sabe lo que quiere. Sabes lo que quiere. Y más miedo sientes. Entonces te arrepientes de todo, y huyes, te escondes… aunque ya no sirva. Tiene captado tu olor, y no lo va a olvidar hasta que te corte en bonitos pedazos.El brillo del cuchillo que tiene en su mano deja ver tu reflejo asustado. “No sabes cómo me siento”. No. Claro que no. Y no lo sabrá. Solo eres carne de consumición personal. No le importa lo demás, aunque diga lo contrario. Y con la sonrisa que una vez te encandiló, te clava el instrumento de cocina en la boca del estómago. “Es por tu bien”. Sí, claro.Comienza a subir, entonces, por el esternón. Con un poco de esfuerzo lo consigue destrozar, dejando a la intemperie dos pulmones que respiran con mucha celeridad, y un corazón, que hizo su último “tic”, al que no se le sumó el “tac”.Así, la arpía se hizo con otra víctima más, que probablemente ni aparezca en los medios. Se levanta, después de consumir a su presa, con la misma bella sonrisa, y con melosa voz dice “hum… cuando encontraré otro bocado?”

sábado, 23 de mayo de 2009

Watching the Stars...

“¿Quién va?”
“Soy yo, no temas”

El joven se acercó a la muchacha, que estaba sentada junto al riachuelo, con un pie metido en el agua, mientras miraba al firmamento, como de costumbre. Sus brillantes ojos color esmeralda miraban como el chico se acercaba, como si temiera algo. Le sonrió, y el chico parece que se calmó un poco.

“Te he estado buscando un buen rato”
“¿En serio? Bueno… es que ahora, mientras se acerca el solsticio, está haciendo muy buen tiempo, y me apetecía salir”
“Sí... cada vez hará mejor”

‘¿Pero qué demonios estoy diciendo?’ Pensó el muchacho. La chica volvió a mirar hacia arriba, mirando hacia las estrellas. Tras un momento de silencio, ella dijo:

“Roland…”
“¿Sí? Dime, pequeña”
“¿Por qué estás tan nervioso? No es normal en tí”
“¿N-nervioso? ¿Yo? To-to-tonterías, Namie… Tonterías”
“Mm… ya…” Namie miró con cierta burla a Roland, ligeramente sonrojado.

La noche era perfecta. Los grillos cantaban a un verano que poco a poco se acercaba. La luna llena iluminaba el lugar, donde el verde de los árboles se confundía con sus cortezas, y en el agua del pequeño río brillaba en ocasiones, gracias a las luciérnagas que revoloteaban alrededor del lugar. Hadas se perdían a lo largo del bosque, revoloteando cansadas en busca de un lugar para dormir.

“No hay lugar más bello que estos Bosques”
“¿De veras crees eso, Namie?”
“Claro, ¿no crees lo mismo tú?”
“Pues… claro, por supuesto…”
“Rollie…”
“Te he dicho que no me digas Rollie”
“jajaja… bueno… ¿Qué representan las figuras que forman las estrellas?”
“¿Qué representan? Pues… en algún momento, ocurrió una historia que a los Dioses emocionaron. Hubo una vez que una de las Diosas se enamoró de un mortal, tanto, que, al saber que estaba prohibido, lo convirtieron en héroe salvador. Cuando éste muriera, iría a las Tierras Doradas, y viviría feliz con ella. Pero él ya amaba a una mujer. Era hermosa: rubio pelo, caído en tirabuzones. Sus azules ojos parecían brillar por sí mismos, como el profundo mar de Calatia; sus labios, cada vez que dibujaban una sonrisa, contentaban a cualquiera que la mirase. Su voz era la más hermosa que un ser mortal podía tener”
“¡Eh! Deja de describirla así, a ver si me voy a poner celosa…”
“Oh vamos, es una simple descripción… Bueno, continúo. La Diosa sintió celos de que su amado no la correspondiera de igual manera, aún cuando le visitaba en forma humana día tras día. Hasta que, una tarde, descubrió que su Héroe y aquella damisela se iban a desposar. Tal fue la rabia de la Diosa, que, esa misma noche transformó a la joven en Cisne y la envió al Bosque. Al día siguiente, el Héroe, buscando comida, llegó a un lago en un bosque, donde vio un hermoso cisne blanco.”
“Oh, no…”
“Sacó una de sus flechas, y se concentró en el tiro. Se fijó en que aquel cisne era muy bello: el plumaje de su cabeza era de color dorado, y sus ojos eran azul brillante. Pensó que cuando volviera a ver a su amada, le enseñaría la hermosura de la captura de ese día. Y soltó la flecha.”
“Por favor, no…” Namie se ocultó en la rodilla que tenía flexionada, mirando atento a Roland, mientras continuaba su historia
“El héroe era un gran arquero. De los mejores cazadores del pueblo, y le impactó de lleno. Sonriendo ante la captura, su expresión cambió completamente cuando, el cisne, se fue convirtiendo poco a poco en la persona que más amaba. Su mundo se derrumbó. Se lamentó de su existencia, de haberla matado. Maldijo a los Dioses. Y a partir de ese día vagó por las tierras con su corcel, esperando la muerte. La Diosa que se enamoró del héroe, al ver lo que pasó, cayó en la cuenta de su error. Vio que el amor que expresaba el Héroe por la dama era el mismo que Ella expresaba por él. Representó entonces, en el firmamento, para que todos vieran su error, lo ocurrido. El cisne voló en el firmamento, convertido en estrellas, y el caballero a su lado, símbolo del amor que se tenían”
“Qué historia más… triste” Dijo Namie, entre sollozos “Bella, aterradora y triste a la vez…”
“Sí… aunque no siempre son tan tristes. No llores pequeña…”
“¿Ah sí? Cuéntame, pues, otra más alegre”

Roland se llevó una mano a su pelo castaño oscuro, y elevó la vista un momento más. Buscó por un momento hasta que encontró, y señaló a Namie en esa dirección.

“¿Ves ese grupo de estrellas de ahí? Ese circular, que parece un anillo”
“Sí”
“Resulta, que ese anillo perteneció una vez a un gran héroe de la antigüedad. Un héroe que luchó contra el mal y las adversidades en nombre de los Dioses. Luchó, incluso, codo con codo con el gran Héroe de Calatia, Itsar. Se dice que éste héroe se enamoró de una mujer de pelo color azabache, ondulado cual olas del mar; sus ojos eran como las vastas praderas de Hyrule, de verde cristalino. Sus carnosos labios le daban una expresión muy dulce y cándida. Y su actitud guerrera demostró que no era como las otras muchachas”
“Mm… Continúa”
“El héroe pensaba en ella día y noche. Quería volver a verla, anhelaba el olor a rosas de su piel y el calor de sus manos. Y, por supuesto, ella quería sentir de nuevo la fuerza y la pasión de besarle de nuevo. Por un tiempo, fueron separados, culpa de esto una guerra. Ella, cansada de esperar, sintió que su espíritu aventurero afloraba, y salió en su búsqueda.”
“…”
“Hasta que, por fin, se encontraron. La guerra fue cruenta, pero ellos salvaron sus vidas, sabiendo que no querían hacerse esperar más el uno en el otro.”

Roland paró un segundo, y sacó de su bolsa una pequeña cantimplora, y bebió un trago. Namie, atraída por la curiosidad, atendía a cada una de las palabras del chico

“Hum… lo siento. El caso es que, acabada la guerra, la pareja buscó un lugar para vivir. Lo encontró en un lugar maravilloso: cerca de un bonito bosque, con un pequeño riachuelo. Durante las noches de verano, se podían apreciar luciérnagas brillar mientras revoloteaban, junto con las hadas, que jugaban con los pequeños animales del bosque”
“Tenía que ser un bello lugar” Namie sonreía ligeramente, ante la historia que el joven le estaba contando
“No lo dudes, era un lugar muy hermoso. Allí se acercaban muchas veces, durante el verano, a observar los bailes de las Hadas, a sentir la tranquilidad al oír el riachuelo en movimiento, y a ver las estrellas. Cuenta la historia, que cierto día, mientras se encontraban en ese riachuelo, el Héroe hizo un conjuro”
“¿Un conjuro? ¿No era un héroe de espada?”
“No, era un valiente hechicero. Y esa noche, que estaba junto a la persona que más quería en el mundo, hizo el conjuro más especial para ella: consiguió traer las estrellas, y las convirtió en un Anillo, que expresaba todo el Amor que se sentían el uno por el otro, para finalmente convertirse en marido y mujer, momento en el que vivieron felices para siempre”
“Qué bonito… Roland, eres una persona muy sabia”
“¿De veras lo crees?”
“Claro que sí. Nadie me había contado historias tan bonitas como esas”

Roland calló por un momento. Quizás sería ahora un buen momento para decírselo, así que, mirando a los ojos a Namie, sonrió ligeramente y dijo:

“Namie, tú eres la persona que más quiero en este mundo. Por ti estoy dispuesto a cualquier cosa. No permití que nadie te hiciera daño, pero por verte feliz para siempre, incluso, soy capaz de esto…”

Extendió una mano hacia el cielo, y la pasó por delante del conjunto de estrellas. En ese momento, dijo palabras que muy pocos entenderían, y algo extraordinario ocurrió. Las estrellas comenzaron a danzar, mientras se unían unas con otras, y su luz se acercó a los muchachos. Entonces, Roland alargó de nuevo las manos y agarró la fuente que emitía esa luz. En el cielo, el lugar donde estaba el anillo ahora solo había una única estrella, que iluminaba tímidamente.

“Ro…land…”
“Namie…”

Abrió entonces la mano, en dirección hacia la chica, que vio lo que parecía increíble. Había aparecido un anillo, que brillaba con luz propia, de color plateado brillante, con un diamante tallado en su parte superior. Era el anillo más bello que jamás podría tener nadie.

“…Conviérteme en el hombre más feliz del mundo. Cuando éramos pequeños una vez te prometí las estrellas, y ahí las tienes… ¿Te casarías conmigo?”

Iluminada ahora por la luz de ese precioso anillo, las lágrimas que brotaban de sus ojos esmeralda parecían pequeños pedazos de cristal resbalando por sus mejillas. Roland le ayudó a ponerse el anillo en su dedo anular. Y entonces se miraron a los ojos.

“Entonces… toda la historia de antes… ¿Era…?”
“Sí, pequeña”
“Imbécil…”
“¿Eso me respondes?”
“Claro que no…”

Roland se fue acercando poco a poco a la muchacha. El corazón de ambos palpitaba. Sabían lo que sentían el uno por el otro. No era culpa de ningún hechizo, no era la magia que practicaba ninguno de los dos. Era algo superior. Algo que podía mover el mundo. Algo que podía mover los astros. Era amor.

Sus labios se encontraron tímidamente, por fin. Sabían que no iban a necesitar nada más, solo estar juntos, como en ese mismo momento. Momento que se repitió hace mucho tiempo, momento que se repetirá para siempre. Solo estaban ellos dos en el paraíso, iluminado por la luna y las estrellas.

Enkÿdu